La importancia de la oración

La importancia de la oración

La oración es la respiración del alma, el vínculo íintimo con su Creador y con su Salvador ...

La oración nos une a Aquella que es nuestra fuente de vida

Más o menos como una planta necesita del agua y de abono para crecer y desarrollarse, el camino divino colocado en nuestra alma ; al momento del bautismo no puede crecer y desarrollarse hasta alcanzar su madurez propia y única ( o sea la plenitud de la « época de Cristo » que corresponde a cada uno de nosotros), sin el pan de los sacramentos y del agua de la oración ! Así sea el que sea nuestro estado de vida (laico o consagrado) y nuestras ocupaciones personales, profesionales, o públicas, la actitud interior de recogimiento ante Dios es la primera actitud de la oración, la actitud que nos vincula con aquella que es nuestra Fuente, la Fuenta de toda vida.

En cuanto a las formas de oración, estas cambian con la variedad misma de nuestras almas en su diálogo íntimo con el Señor. Sin embargo, la oración personal no reemplaza ni suprime las oración de los diferentes oficios litúrgicos (oración oficial en la Iglesia), ni las grandes oraciones tradicionales de la Iglesia (entre otras, la oración que Jesús mismo nos enseñó, el « Padre Nuestro » o la salutación angelical a María, el « Dios te salve María », oraciones fundamentales del cristiano) ni tampoco la oración de grupo (de intercesión, por ejemplo).

« Pedid y recibireis »

Algunos piensan por otra parte, y equivocadamente, que si la oración de adoración es positiva, la de intercesión lo sería menos pues uno no cambia el corazón de Dios que conoce mejor que nosotros nuestras necesidades… Cierto, nosotros no cambiamos el corazón de Dios rezandole, al contrario, es Dios el que cambia nuestro corazón y el de aquellos por los que oramos… Por eso Cristo insite tanto en el Evangelio :

« Pedid y se os dará »;

« llamad y se os abrirá » ;

« buscad y hallaréis »

(Mat 7, 7)

 

Pues si la oración no cambia el corazón de Dios, sin la oración la puerta de nuestra alma permanece cerrada y el poder de Dios no puede entrar por la fuerza.